Vivo en Santiago de Compostela, así que calor calor lo que se dice calor no paso. Pero por lo que ponen en las noticias parece que muchos de vosotros sí estáis sudando, así que me parece un buen momento para hablar de postres sin horno.
La tabarra sobre la Pannacotta ya la di en marzo -aquí podéis leer el post Pannacotta y tiramisú, los tópicos de la repostería italiana– así que al grano con la receta.
PANNACOTTA DE VAINILLA
- 10-12 g de gelatina en láminas
- 300 ml de leche entera
- 700 ml de nata (35% m.g.)
- 150 g de azúcar
- 1/2 vaina de vainilla o 1/4 de cucharadita de vainilla azucarada)
Para servir:
- 300 g de fresas, kiwi, frambuesas o frutos del bosque.
En un bol con agua fría poner la gelatina en remojo para que se hidrate. Añadir las hojas de una en una para que no se peguen entre sí y se hidraten mejor.
En una cacerola juntar la leche, la nata, el azúcar. Quitar los picos de la vaina de vainilla, abrirla a lo largo con un cuchillo y raspar las semillas, echando todo (vaina incluída) en el líquido (si se utiliza la vainilla azucarada de bote, añadirla a la cacerola). Calentar y mezclar para que se disuelva bien el azúcar.
Coger las hojas de gelatina, escurrirlas bien apretándolas en la mano, y añadirlas a la nata mezclando con una varilla o un tenedor.
Untar muy, muy ligeramente los moldes con aceite vegetal. Verter la pannacotta y dejar que llegue a temperatura ambiente. Ponerla entonces en el frigorífico para que solidifique, por lo menos 3 horas y preferiblemente 6.
Al momento de desmoldar la pannacotta, si los moldes son de metal pasarlos muy rápidamente por agua caliente (es suficiente el agua caliente del grifo), luego volcarlos en los platos de servicio. Servirla acompañada de fruta fresca cortada a daditos.
En el blog hay otra receta de postre sin horno, la del Posset de limón: también muy fácil y fresco!
¿Qué experiencia tenéis con la pannacotta? ¿La habéis hecho alguna vez en casa?
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